¿Por que no a mi?
Una señora llegó a su casa después del largo trajinar del día; el esposo, veterinario de profesión, estaba viendo un programa televisivo sobre las últimas técnicas de inseminación artificial en las vacas. Cuando el perro vio a su dueña empezó a dar vueltas sobre si mismo loco de la alegría, meneaba la cola, ladraba de contento y saltaba de lamerle la cara.
_ ¡Mi cosa linda!, ¡mi mimosito! ¡¿Cómo ha pasado el día el perrito más bonito del mundo?! _ La mujer lo acariciaba, jugaba con él y le decía cosas muy bellas.
Esta escena se repetía diariamente. Últimamente al esposo no le agradaba nada esta situación, no se explicaba que un perro recibiera tales atenciones.
_ ¡Lo que es la vida! dijo el hombre como para concienciar a su esposa , este animal recibe más atenciones que yo que soy tu esposo. A mi nunca me dices _ Y la remedaba_, “¡Mi cosa bella!”, “¡mi mimosito!”. Tú nunca me has dicho: “¡¿Cómo ha pasado el día el maridito más bello del mundo?!”. Ya ni siquiera me acaricias ni juegas conmigo ni me dices cosas bellas.
_ ¡Tampoco tú das vueltas loco de alegría cuando me ves! _ contestó la esposa _, ¡ni ladras de contento!, ¡ni me lames la cara!, ¡ni meneas la cola! ¡ni siquiera dejas de ver tu programa de televisión! ¡En cambio el perro sí lo hace! Este animal es el único que está pendiente de mí en esta casa.
_ ¿No crees que estás exagerando? _ dijo el esposo.
_ ¿Exagerando? _arremetió la mujer . Dime tú, ¿desde cuándo tienes un detalle conmigo? Yo no soy importante para ti… es más, las reses son más importantes que yo. ¡¿No te das cuenta de cómo tratas a las vacas cuando las estás ordeñando?! Las acaricias, las peinas con un cepillo y estás pendiente de cada parto diciéndoles cosas bonitas y cantándoles coplas que me las sé hasta de memoria:
¡Ay, vaquita linda, ya nos vamos pal’corral. Pa’que te cuente mis penas, mis penas del lodazal!
La señora continuó frenética: “en cambio a mí nunca me has cantado una canción de amor ni siquiera una ranchera… ¡y eso que tienes buena voz!, pero te las reservas para las vacas… es más, nunca estuviste presente en los partos que yo tuve de tus propios hijos, ni me peinas y ya no recuerdo el día que salimos juntos, porque si pal’corral me llevas ahora. ¡Tú con tus vacas y yo con mi perro!”.
El esposo se quedó mudo y pensativo, mientras tanto el perro la observaba en silencio desde un rincón de la casa. Se dio cuenta de que su esposa en parte tenía razón: él tenía mil vacas “más una”. Las mil las tenía en el campo abierto y a la “más una” la tenía en su casa; a las que tenía en el campo las trataba mejor que a la que tenía en su casa: su esposa. De todas maneras el hombre se quedó viendo al “mimosito” en silencio y lo sintió como un verdadero rival. “el enemigo está en casa”, se dijo. Mientras tanto el perro pensaba: “no soy tu enemigo, soy tu amigo que te recuerda cómo se debe tratar a una pareja”.
Mucha gente demuestra más cariño a los animales que a las personas que están a su alrededor, y no es que amen más a los animales sino que se interesan más por ellos. La frase de Byron, “Cada vez que conozco más a los hombres, quiero más a mi perro” es grotesca, sin sentido, falta de respeto y atea pero lamentablemente seguida por algunos. ¿Por qué no le damos la vuelta a esta frase?
Lo importante no es amar, lo importante es demostrar ese amor que se tiene a los demás.
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Reflexiones
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